La vida es prueba, la prueba es sueño Los párpados de Juan parecían haber levantado una huelga ese miércoles en la mañana, la noche anterior se había quedado leyendo a Calderón de la Barca hasta altas horas de la madrugada, y ahora más que nunca le parecía que la vida era sueño. La repetición de la alarma interrumpió sus pensamientos e invadió violenta sus oídos, casi malévolo, el sonido chirriante se fue escabullendo dentro de su cerebro como una miserable rata, rata que buscaba teñir su existencia con un color igual de miserable. Casi inconciente, maldijo al Juan del ayer que decidió poner el celular lejos de su cama, lo que le había parecido una magnífica idea para obligarse a despertar y pararse, se tornaba ahora en la maquinación perversa de un demonio que deseaba subyugarlo bajo el peso de la irritación. El ruido era agresivo, traidor, hiriente. No se detenía, perseveraba en su ataque, terco como él solo, daba la impresión de querer burlarse de la inmovilidad de un Juan indef...
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