Torres del Paine
Va un hombre, camina
Sube
Da la espalda al triunvirato
Y entra por su ventana
Un cuadro, un tablero de ajedrez
Exótica geografía y una copa derramada
Cicatrices caprichosas que se niegan a tener el color de un río
El baile de las lengas
La danza de los ñirres
Y la siembra de cuencas que mezclan el color y el agua
No cabe en él el misterio
No cabe en él la magia
Sobrecogido, salen de su boca estrellas,
Galaxias de imposibles inconexos
Pero no palabras
No sabe cómo usarlas ante las trillizas
El día que Poseidón clavó su arma, ahí quedaron
El día que se encarnó en roca la santa trinidad, ahí quedaron
El día que cayó el cinturón de Orión, ahí quedaron
El día que acaben no existe, ahí quedaron
Elegantes, damas del paraíso
Esbeltas, amantes del viajero
Petrificadas, firma del pasado
Imperecederas, humillación del esclavo
Centinelas eternas, mirada en el horizonte
Guardianas infranqueables, equilibrio del santuario
Catedrales impetuosas, estampas del cielo
Castillo imponente, soberbia posición
Columnas desafiantes, altiva dirección
Enmarcan el pozo de divino sudor
Arquitectas de sí mismas
Esculpidas en plata y piedra humilde
Por las manos del tiempo en líquido cincel
Montañas, las llamarán los ignorantes
Rocas, cantará el analfabeto
Torres, les dirán los sabios
Dibuja la mañana su silueta contra el frío
Al sol se erigen luminosas
La tormenta incapaz, se rinde al ver que fruncen el ceño
Y no agachan la cabeza
Si supiera que la Patagonia es ladrona del pasado
Ladrona de la voz
Si supiera entender
Si supiera hablar su idioma
Se perdería entre sus brazos
Va un hombre, camina
Sube
Da la espalda al triunvirato
Y entra por su ventana
Un cuadro, un tablero de ajedrez
Exótica geografía y una copa derramada
Cicatrices caprichosas que se niegan a tener el color de un río
El baile de las lengas
La danza de los ñirres
Y la siembra de cuencas que mezclan el color y el agua
No cabe en él el misterio
No cabe en él la magia
Sobrecogido, salen de su boca estrellas,
Galaxias de imposibles inconexos
Pero no palabras
No sabe cómo usarlas ante las trillizas
El día que Poseidón clavó su arma, ahí quedaron
El día que se encarnó en roca la santa trinidad, ahí quedaron
El día que cayó el cinturón de Orión, ahí quedaron
El día que acaben no existe, ahí quedaron
Elegantes, damas del paraíso
Esbeltas, amantes del viajero
Petrificadas, firma del pasado
Imperecederas, humillación del esclavo
Centinelas eternas, mirada en el horizonte
Guardianas infranqueables, equilibrio del santuario
Catedrales impetuosas, estampas del cielo
Castillo imponente, soberbia posición
Columnas desafiantes, altiva dirección
Enmarcan el pozo de divino sudor
Arquitectas de sí mismas
Esculpidas en plata y piedra humilde
Por las manos del tiempo en líquido cincel
Montañas, las llamarán los ignorantes
Rocas, cantará el analfabeto
Torres, les dirán los sabios
Dibuja la mañana su silueta contra el frío
Al sol se erigen luminosas
La tormenta incapaz, se rinde al ver que fruncen el ceño
Y no agachan la cabeza
Si supiera que la Patagonia es ladrona del pasado
Ladrona de la voz
Si supiera entender
Si supiera hablar su idioma
Se perdería entre sus brazos
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