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Mostrando entradas de marzo, 2015

¿Para qué escribo?

    Escribo por muchas razones. Escribo para poder dar a conocer mis pensamientos, mis ideas; Escribo para desahogarme, escribo para decir lo que siento sin avergonzarme; Escribo para aprender, para tomar apunte en clases. Por esto y muchas otras razones escribo.                                                                                                                 Francisco Hartwig

¿Borrón y cuenta nueva?

                Llevaba al menos media hora esperando la micro, era el ultimó paradero del recorrido, donde solo sube gente que no quiere volver después de su viaje de ida, gente que luego de ver la realidad en que viven los de un poco más abajo de sus barrios, quienes tienen mansiones de innumerables metros cuadrados, mientras yo, aquí. Pero ni siquiera el rencor hacia ellos o el resentimiento me importaban, hoy era el gran día, llevaba cuanto mínimo veinticuatro horas fuera de rehabilitación. Esos pobres diablos que me mantuvieron sufriendo por un año, también me han mantenido sobrio por alrededor de seis meses y además para reintegrarme me consiguieron trabajo. Hoy era el primer día, todo debía salir bien, afianzarme en el trabajo, ganar un sueldo regular y así poder sacar adelante a mi familia, permitirles dejar de vivir en ese árido barrio, donde las plazas no son de pasto sino de tierra y en vez de flores vemos agujas y jeringas de los adic...

Una antena y un japonés

                En la prefectura de Fukushima, en Japón, se encuentra una de las antenas de mayor altura en el mundo, alcanza a llegar a los quinientos ochenta metros de altura. Para alcanzar su punto más alto hay que ascender por tres escaleras a lo largo de la antena: la primera es igual a la de las grúas pluma (protegida por un armazón metálico), la segunda consiste en fierros de poco más de un palmo de largo que salen hacia un solo   lado de la antena, y finalmente, la tercera que es una barra paralela a la antena y afirmada en esta de la que sobresalen hacia los dos lados barras de fierro. Al llegar arriba hay una baliza de seguridad para evitar accidentes con helicópteros o aviones.             Encargado de su mantención se encontraba Hotaru Kiyoshi, un veterano mecánico de profesión. Bajo de estatura, de pelo canoso y alegres rasgos. Llevaba cuarenta años trabajando en la ...

Luchas y Reivindicaciones

Entre risas íbamos caminando hacia el paradero. Trayecto no muy largo. Sin embargo, trayecto que cambiaría nuestras vidas para siempre. Todo comenzó hace aproximadamente 5 años, cuando yo y mi compañero empezamos a usar nuestra querida micro 430 para llegar a nuestros hogares. Todo era normal. Hacíamos el recorrido común y corriente,  y en el tiempo que demoraba la micro en arribar a nuestros destinos nos íbamos conversando sobre diferentes temas. Al cabo de un año de usar el mismo transporte de manera diaria ya conocíamos al micrero, que siempre era el mismo. Todos los días se encontraba él sentado con su enorme y macizo cuerpo en el asiento del conductor. También conocíamos a un grupo de viejas copuchentas que se sentaban en la parte de atrás del largo transporte. Siempre comentaban sobre relaciones amorosas de tal o cual personaje,  o sobre algún que otro tema de interés nacional. Ah, tampoco hay que olvidar al Ismael, quien también tenía un asiento preferencial e...

Una Pésima Decisión

Todo parecía iluminarse, cada golpe contra la ovalada muralla producía una nueva fisura en su estructura que permitía entrar tenues cabellos de luz. Sabía que era hora de salir, ya era hora de conocer los colores, los olores, poder ver de una vez que era lo que emitía esos sonidos extraños que lograba oír a través de las paredes. De pronto, después de tanto golpeteo, logró romper por completo su envoltorio, y asomar la cabeza para encontrar lo que iba a ser su mundo. Sus plumas aún seguían mojadas, y sus ojos no se acostumbraban del todo a la luz solar. Pero eso se solucionaba con el tiempo, el sabía que no estaba tan mal, ya que los demás polluelos estaban igual que él, e incluso algunos todavía no salían del cascarón. El nuevo mundo era asombroso, todo emanaba vida, todo era color, belleza ¡Todo era inmenso! Y en su mente, él solo pensaba que algún día estaría sobrevolando todas esas majestuosas cumbres llenas de ramas y hojas. Pero faltaba mucho para que ese día llegara. Ahora s...

Para qué escribo

        ¿Hombre que escribe?... No... Creo que no... Aún. Todavía no puedo llamarme a mí mismo de esa manera, ni siquiera he escrito una cantidad suficiente para sentirme un hombre de letras, y creo que existen más que demasiadas hojas en blanco entre ese título y yo. Pero sí, es verdad que una importante parte de mi tiempo es usada para dicha acción: escribir.        El "por qué" escribo, o "para qué" escribo, es una pregunta que al menos para mí, tiene muchas respuestas, pero intentaré resumirlas y sintetizarlas de manera que puedan analizarlas con mayor facilidad. Creo que la explicación más clara es, simplemente, la entretención. Me entretiene escribir. Pero ¿Por qué? dirán algunos. Me entretiene poder dejar registrado en papel todos mis pensamientos, sensaciones y miedos, críticas, rabias, cuentos y razonamientos. Y no son para nadie, y no son para ustedes, y no son para aquellos que buscan llorar por las letras, son simplemente para mí,...

Para qué escribimos

         Me preguntan para qué escribimos; es difícil responder esa pregunta habiendo escrito tan poco. Sin embargo, voy a hacer el intento basándome en los pocos experimentos que he llevado a cabo en el mundo de las letras y en los libros que he leído.           Cuando escribimos es porque queremos crear y sentirnos creadores, hacer lógicas las ideas más absurdas, pensar y hacer pensar; escribimos para hacer el mapa de un mundo creado a partir de  nuestras experiencias e intereses, esconder en él un cofre con pensamientos que antes se escondían en nuestra mente y dar indicaciones para que el lector lo busque, que conozca gente y se haga tanto  de amigos como de enemigos, mostrarle lugares, enseñarle lo que no sabe, hacer que sufra y que disfrute, llevarlo por laberintos y pasadizos secretos, hasta que encuentre, por fin, lo que hemos enterrado. Guillermo Vial

Para que escribo

¿Para qué escribo? No sabría decir. Escribo porque escribo, porque me gusta, me libera y me deja expresarme como soy, me gusta entregar un mensaje más profundo que la cara superficial que mostramos al mundo, porque cuando tomo el lápiz y me dejo llevar, puedo felizmente decir que ese soy yo y no mi "avatar", porque es la mejor forma de poder hundirme en mí y escaparme de una realidad agobiante, de una rutina que necesita ser despejada por momentos. Me gusta escribir porque cuando plasmo mis pensamientos en un papel, mezclado con ese olor a tinta que penetra, la hoja doblada de cargar el lápiz, la mano cansada y adolorida, puedo al fin dejar eso para la posteridad, para que cuando ya esté bajo tierra los que se hacen llamar conocidos -y también los desconocidos- vean el lado de uno que no conoce, el lado oculto que cada persona esconde y pocos se atreven a revelar. No sé por qué escribo y a la vez es una de las cosas que tengo más claras. Una serie de sentimientos con...

¿Para qué escribo?

José Saramago decía que él no escribía ni para agradar ni para desagradar, sino que escribía para desasosegar. Si me lo preguntan a mi, "personaje" nada ilustre comparado con el gran escritor portugués, yo respondería que escribo directamente para desagradar. Escribo para que mis letras hagan al lector verse en un espejo que le muestre lo miserable que es y puede llegar a ser, para que sienta arcadas cuando mis párrafos busquen reflejar a su persona y al ambiente que lo rodea, para que se desagrade de sí mismo, no para que deje de leer lo que escribo, sino para que se motive a cambiar aquello que le produce náuseas.  Lector, estoy dispuesto a hacerte vomitar con tal de no dejarte indiferente, créeme. Y por favor, no te lo tomes personalmente. Juan Pablo Guajardo