Locura y realidad Me encuentro en clases de historia mientras escribo esto. Les advierto desde ya que lo que van a leer no es, quizás, lo que esperan; así que vayan armándose de paciencia para terminar este penoso relato, como yo me armé para aguantar esta interesantísima clase. Lo que pasa es que no lo soporto. Lo veo durante un par de segundos y ya no aguanto más, tengo que correr la mirada porque me suscita un potente desagrado. La sensación me recuerda a esa típica de cuando uno era chico y había que mirar al papá a la cara después de que lo retaran a uno. Pero mirarlo no es lo único que me parece insoportable: oírlo, olerlo, mirarlo, ¡hasta darle la mano para saludarlo es terrible! Por tal motivo, reiteradas veces opto por desconectarme de mis sentidos y simplemente dormir sus clases. El problema es que, como me siento en primera fila, este remedio me ha costado más de algún cast...
Blog oficial taller literario.