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Terrorismo

Santiago centro, una calle atestada de gente, gente que camina apresurada, gente llena de preocupaciones, gente a la que la vida moderna ha deshumanizado.
A mi lado pasan cientos de personas por minuto, me miran sin verme, se miran entre ellos pero no se ven. Nada ven.
¿Qué es el mundo? ¿Qué es la vida? Preocupaciones y actividad... ¿Actividad? ¿Para qué? ¿Por qué? Nadie lo sabe... La gente solamente actúa, actúa y actúa... No tiene tiempo para más. ¿Tiempo? Supuestamente la modernidad nos lo daría en abundancia... Más tiempo, más actividad.... ¿Por qué? ¿Para qué? Nadie lo sabe....
Gente, gente en abundancia, llenan las calles como ríos en constante movimiento, se mueven, corren, se preocupan. ¿Por qué? ¿Para qué? Nadie lo sabe...
Todo está atiborrado, es confuso, preocupante. Hay carteles en abundancia, me ofrecen consumismo y hedonismo, no comprendo el por qué. Desespero, todo es en vano... La sociedad está perdida, requiere un trauma, una conmoción, requiere despertar, levantarse y mirar atrás. Caminan alegremente a un abismo... Caminan, corren y finalmente caen con esa artificial sonrisa...
Un resplandor, una luz. El sol se opaca, sólo veo la luz por mí producida. Una onda de choque, calor, sufrimiento, gritos y agonía... Quizá aprendan, quizá no... ¿Por qué? ¿Para qué? Ni yo lo sé....

                                                                                                                        Agustín Izquierdo

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12 de Diciembre en el Colegio Tabancura Hace calor y el año ya casi termina. El timbre resuena estridente por cada pasillo del colegio y treinta y seis alumnos entran en tropel para rendir el examen mas temido del año: física específica. Los treinta y seis transpiran helado y están muy nerviosos, piensan en lo poco o mucho que estudiaron, en como están a punto de empezar las vacaciones, o de como, por culpa de este examen, no entrarán a la universidad. Siguen caminando hacia la sala, pero, en un instante, dejan de ser treinta y seis y pasan a ser treinta y cinco... Uno de ellos ha escapado despavorido, sabe que le irá pésimo y decide que no vale la pena entrar a la sala... En un momento de distracción general, el alumno, nuestro alumno, corrió desesperadamente a las salas de entrevistas. Cuenta la leyenda que este alumno, cuyo nombre prefiero no revelar, entró en las salas y producto de un largo año de estrés escolar, cayó rendido en uno de los sillones. Nadie recuerda que sucedió...

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Mi vida.

                                                                                                                               Mi vida. En su reflejo Encuentro mi fuerza Y calmó mi sed Soy un grano de arena Que por la tierra Vive y muere Porque de aquí soy Y nunca me largaré