Tic.
Tac.
Repiqueteaba mofándose desde la muralla el metrónomo de la muerte.
El austríaco miraba frenéticamente.
Tic.
Tac.
Tic.
¡Me redimiría! ¡Lo juro por todo lo que es Santo!
Esta obra mostraría quien era en realidad Franz Schubert.
Yo no era ese hombre de mal vivir del que todos hablaban ¡no señor!
Tac.
Si menor. Perfecto.
Tic.
Tac.
Un movimiento.
Tac.
Tic.
Dos movimientos.
Y al tercer movimiento repiqueteó el metrónomo de la muerte.
Domingo Valdés
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