Me desperté un sábado en la mañana y veo la hora, cresta, 12:30 y tenía que haber estado a las 8:30 en el colegio ara cumplir otro de aquellos absurdos castigos que dan, ¿la razón? Haber estado con la camisa afuera, y en el recreo. Una desconsideración enorme, pero bueno, nada que hacer.
Me levanté a tomar desayuno y para seguir con mi mala suerte, mi mama no había comprado ni pan ni cereales, y estaba ni ahí con ir a comprar algo. En ese instante suena mi celular, número desconocido ¿quien llamaría un sábado en la mañana? Contesto, y para variar, una grabación ofreciéndome cambiar mi celular, mañana de mierda
Agustín Eguiguren
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