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Aquel Lugar

    Ya verán que no estoy demente, ustedes malditos pendejos creen que pueden juzgar a un viejo como yo que lo ha visto todo, desde la más deplorable conducta humana hasta los que son capaces de sacrificar todo por los demás, ¡¿Quieren enseñarme a mí?!. Condenados ignorantes, mentes simples y sucias, enemigos de la razón. ¿Es qué acaso son ciegos o realmente no quieren ver?

     Loco me dicen, pero ellos no se dan cuenta de algo caballeros, eso que es  de suma importancia, lo  que cambiaría a esta repugnante sociedad llena de lujos y excesos. Para eso permítanme contarles lo acontecido y por lo que estos brutos me culpan:

     Ya estaba cansado de salir cada mañana a dar mi paseo de las 7 am y encontrarme con la vereda sucia, adornada con colillas de cigarro, botellas vacías y quebradas, un penetrante y desagradable olor a orina y para rematar alcohólicos durmiendo apoyados en algún solitario poste que en su ebriedad veían como un buen lugar para reposar.Era ya insoportable verlos ahí tirados destruyendo la patria que nosotros los viejos habíamos levantado.Ni el municipio con sus carros limpia calles lograba sacar la mugre que estos desgraciados dejaban, quizás algo más se necesitaba, algo que fuera más poderoso. Insultando al municipio y a la juventud continué con mi ejercicio matutino, doblando en la primera esquina veo  a lo lejos dos imbéciles  que caminaban abrazados cantando quizás que idiotez, borrachos holgazanes. Doy gracias a Dios que mi sordera no me deja escuchar tantos disparates juntos. Tan distinto sería todo si ellos supieran lo que es un libro, una novela, un ensayo, lo hermoso que es escribir...Pero no hay caso con esta juventud, son una manada de gorilas alcohólicos.
      En fin, ellos no representan mi principal problema. No, no son ellos. Es aquel lugar al que van, ese infierno de luces y ruido, esa cueva de la perdición llena de alcohol y drogas. Entran ahí los seres que llamamos juventud. Seres que van perdiendo poco a poco su capacidad de razonar, convirtiéndose en animales que articulan palabras tal cual un loro es adiestrado para repetir una y otra vez las mismas estupideces.
       Ellos no se dan cuenta y al parecer nadie lo hace, he llegado a pensar que aquel lugar controla sus cerebros. Sí, eso debe ser, todos salen distintos a como entran. Pero no lograrán conquistarme a mí, puedo ser viejo y débil pero no mi espíritu, qué es grande y fuerte. Yo estaba destinado a salvar a estos esclavos, súbditos de aquel lugar que lavaba sus jóvenes mentes. Así que, decidí hacer desaparecer ese antro para siempre, la cuestión era ¿cómo? Quemarlo no era una mala idea...
       Ustedes también son esclavos, es por eso que deben pensar que estoy demente, pero...¡Despierten! Aquel lugar está aniquilando nuestra sociedad, nos está quitando lo que nos diferencia de ser simples gorilas con menos pelo, esto es  queridos amigos nuestra capacidad de razonar, esa tan inigualable y preciada condición que poseemos nosotros los seres humanos.
       No había tiempo que perder, no soportaría otra mañana más como ésta, era hora de actuar, después de volver de mi paseo matutino, me instalé en mi vieja  casa ideando mi asalto a aquel lugar mientras observaba como las llamas devoraban ferozmente un papel  en la chimenea...

 Una nueva era comenzaba, el sacrificio era necesario...

                                                                                                             Benjamín Herreros.

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