Psiquis y Fisis presentan las noticias de hoy. Un día
común y corriente con hechos absolutamente cotidianos. Un día con cosas que
pasan, o bien, no pasan; que están a la vuelta de la esquina o a la vuelta de
la manzana.
-Buenas tardes a todos. TF Chile les trae las noticias
del día. Un gato negro quedó atrapado en lo alto de un tulipero, en un barrio
de La Florida. La octava compañía de bomberos intercedió por el minino.
-Buenas, Chile. La farándula suma y sigue. Los últimos estudios arrojaron resultados que nos enorgullecen como país: Obtuvo por vez primera el mayor rating de la TV chilena. Después de estas noticias veremos un reportaje especial de media hora sobre este este hecho histórico.
-Un niño de Talca se hizo famoso al caer de su bicicleta
mientras lo grababan. A continuación les mostramos el video de tan increíble
suceso.
(corre video)
-Qué amor… repasemos el video nuevamente antes de pasar a
lo último.
(corre video nuevamente)
-Qué pena, miral… En fin, la gran noticia del día. Un
hecho del que nadie se percató tomó lugar en las calles de Santiago hoy en la
mañana.
-En efecto, este joven estudiante iba caminando de vuelta
de la facultad de ingeniería con dirección a su casa, en la Alameda, como todos
los días. Debía tomar el mismo metro, hacer el mismo recorrido y caminar la
misma cantidad de cuadras que caminaba, recorría y tomaba todos los días.
-Llevaba el paso rápido y las manos en los bolsillos,
como todos los días. Como seguramente ustedes notaron, no hizo especial calor
hoy; sin embargo, él comenzó a sentir un leve agobio. Quizás no era debido al
calor que no sentía, pero ahí estaba el agobio... agobiándolo suavemente.
-Bajó en la estación de siempre y caminó Alameda arriba.
Una señora, anciana ya, vestida a la moda de los ’30 y acarreando con las
bolsas de la compra matutina, lo adelantó. Y él seguía caminando Alameda arriba
con el paso rápido y las manos en los bolsillos.
-Pero, queridos televidentes, ¿era realmente Alameda
arriba? ¿Estaba, efectivamente, cuesta arriba el camino? Agobio… Sintió que sus
pasos se hacían más pesados. Pensó que tal vez había enfermado, cosa extraña
pues él siempre había gozado de buena salud. Habiendo llegado a cierta esquina,
intentó leer el letrero, pero no pudo. No distinguía las letras a pesar de
estar a escasos metros de distancia, cuando trataba de enfocar era como si
mirara debajo del agua. Sintió sendas punzadas en la rodilla derecha y la
cadera. ‘¿Qué pasa?’ se preguntó.
-El semáforo comenzó con su luz verde intermitente, esa
luz que despierta la insensatez e impulsividad de la gente. Y, como pueden ver
en sus pantallas, seguía ahí parado, sin cruzar la esquina, cuando uno de los
tantos transeúntes que subían por la Alameda lo hizo a un lado con un suave
empujón en el hombro. Era él. Exactamente él. Ahí estaba él mismo, acababa de
pasar a su lado, con paso rápido y las manos en los bolsillos, como todos los
días. En lugar de una joroba, llevaba
una mochila sobre la espalda, como todos los días. Estiró su mano derecha para detenerlo,
pero sus ahora atrofiados músculos no reaccionaron a tiempo.
-Al ver la piel arrugada y translúcida de su propia mano
se horrorizó. Notó lo pálida y temblorosa que estaba, y veía cada una de las
venas y arterias que la irrigaban. Al fin cayó en la cuenta de lo que había
ocurrido.
-Desesperado, gritó, pero para su asombro y espanto, lo hizo
en una lengua desconocida tanto para él como para los que pasaban a su lado,
caminando Alameda arriba o Alameda abajo. Cuesta arriba o cuesta abajo.
Caminantes anónimos que, vea usted, ni se molestaron en mirarlo. En unos pocos
instantes no sólo sufrió la horrible, veloz e inevitable enfermedad de la
vejez, sino que también se convirtió, de súbito, en un desconocido, un extranjero
en su propia ciudad.
-En un desadaptado social, incomunicado y presa de la
soledad, con un secreto que jamás contaría y que sería su único acompañante en el
féretro. Así había de ser. La luz del semáforo estaba ahora en rojo.
-El color de la resignación y la imposibilidad.
-Y otro él caminaba de vuelta de la facultad de
ingeniería con dirección a su casa, en la Alameda, como todos los días.
(cierre
de transmisión)
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