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Monstruos de Papel

   Pesados los días pasaban blancos sobre el viejo su cara arrugada por el viento golpeaba sus ojos secos vidriosos al mar. Se fue la mar dejando descalzos sus pies heridos vacilantes descubiertos solos. Volvió la mar a abrazarlos temblorosos el viejo soltó un suspiro de dentro de su chaleco de lana. Tenso el segundo suspendido en que la mar deja al viejo otra vez mirando el horizonte blanco y plano como el día la noche en que dejó el tren la estación la manta la mujer. La mujer. Lo arropa de nuevo la mar al viejo el niño solo acurrucado en el viento cruel. Aguanta un gemido cuando ve sus pies desnudos recogerse otra vez como lo hizo su mano al tocar los dedos finos la tierna mano la quieta mirada larga de la mujer recogiendo su gorro de lana avergonzado agradece sonríe al viejo de joven que pregunta le ofrece tonto acompañarla a casa. Vuelve el mar vuelve la mujer al día siguiente a ver al viejo de joven paralizado por la sonrisa de la joven caminan los árboles al bosque y al lago juntos. Cierra los ojos un segundo un instante un momento una lagrima corre escapa de monstruos de papel que rugen que acosan temibles. Un paso mojado un chapoteo rompe el silencio del viejo que calla. Otro chapoteo. El viejo que calla el recuerdo de la mujer que lo mira le habla en el bosque le cuenta su sueño y su monstruo. La abraza el joven y el mar que se alza suave firme lo cubre la cubre. Pasan los días juntos las olas los mecen los unen los chocan. Le abre el joven su vida su niño su monstruo. Caminan los bosques los lagos silencios que crecen. El viejo que mira la ola que va le canta. El joven que mira la joven que viene le canta su vida:
   “Tejía la madre la horas pasaban entre sus dedos. Tic los palillos sonaban como gotas de lluvias caían en las ramas una y otra vez. Calma posada en los días y noches mientras la madre hacía las terminaciones del esperado chaleco las horas iban a morir con el alza de una nueva. Tic los palillos sonaban. ¿Y esa cara? ¿Te sientes mal? Tic los palillos de la madre preocupada del hijo con mirada perdida en sueños de papel. Los ojos mojados del hijo que se va en sueños con manos angustiosas con pies vacilantes con labios helados. Tic. Los ojos de la madre no sueltan los cabellos del niño se va crece el silencio las cortinas se derraman por el suelo el violín pintando las horas rozando los dedos de la madre. La madre tiene manos que tejen. Se cierran los ojos del hijo por un instante cree en la vista de la madre. Suspira la madre a un acorde del hijo quebrado en un canto las horas se agitan. Se pintan las cortinas el techo. La ventana. Nacen los árboles nace el fuego chisporrotea a los pies tiernos de la madre los ojos descansan en el delicado arpegio el canto del niño que mece a la madre tranquila y en paz. Duerme tranquila la niña inocente la madre que teje las horas del niño que canta a la madre su sueño y su paz.
   Caen de sus manos los palillos una nota y la paz. La madre cae. Los hilos las horas el niño tiempo cortado como la nota del violín desgarrado. Ojos abiertos la señora de las manos inquietas el niño se suelta desnudo el chaleco se pierde en las horas que se van. Cierra los ojos el niño al sonido las voces el suelo. Abre los ojos el niño a la oscuridad el silencio cae una nota. Sueltas las horas se fueron del niño el suelo la voz los ojos del Sol. Cae el niño las notas cayeron los palillos la madre perdida. Cae el niño cortado las horas los hilos los palillos que cayeron ayer la madre murió. Los monstruos de papel.”
   Lo mira silencio la joven al niño ahora joven callado los ojos abajo al suelo. Sonríe la joven a la mirada del joven que se alza tranquilo completo infinito silencio. Cierra los ojos el viejo al mar y al recuerdo lo aplasta gime sonríe los ojos de la joven en su mente la sonrisa. Tiembla el viejo a la ola que cubre sus dedos tobillos rodilla temblando. Toma su mano la joven decidida lo levanta el joven suspendido en la mano de la joven lo invita caminan corren saltan viajan. Gira el viejo mirando la costa el mar el cielo lejano lejana la mujer. Lejana la ola desnudos los pies del viejo caminaron alguna vez. Cercana la joven al joven sus caras las manos unidas las voces son una. Cálido llega se acerca la primavera en flor delicada abierta en sonidos en risas en bailes. Danza el viejo chapotea mojado en lágrimas ríe sonríe se para. Abre sus ojos admira los cielos el viento la joven. Nota el camino oscuro borros solo perdido se abre. Tiembla la mar a los ojos del viejo la angustia del joven confuso al andar al dudar en el paso. Pierde la sonrisa la joven que sueña la capilla vestida de blanco y los días eternos de a dos de sillas de manos. Suelta la mano el joven que pide que grita mirar más allá del camino perdido errante solo. Lucha el viejo al mar que viene arrastrando recuerdos mojados su mano se aferra a la nada y se cae. Se cae la mano de la mujer que fue joven que mira que llora que calla al hombre ahora viejo. Avanza el pie desnudo de hombre que es viejo el camino y el mar que se juntaron ahí donde el hombre perdió la memoria. Surcada por años la cara del viejo que anda que erra adelante perdido. El hombre que salió a buscar el camino que deja a la joven lejana. Perdido en sus ojos el recuerdo de manos de risas de cantos. Nada más que eso y los años pesados le deja el perdido camino al viejo solitario que camina a la mar. Se va la ola oxidada la cuerda el violín. Se va perdido el mar y el monstruo que abraza el recuerdo del joven la joven el viejo y el mar.



Vicente Alessandri.



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