Ir al contenido principal

No todo está dañado

PREFACIO
Antes que comience a leer tenga usted claro, yo no vengo aquí a hacer que usted crea mi palabra, no, yo vengo aquí mirando este antro como un invernadero, si, un invernadero, ¿para qué? Simple, yo soy una persona que cree que la locura no debe ser curada, ¡por supuesto que no! La locura debe ser cultivada, cultivada para no correr el riesgo de perderla, ¡horror! Perder la locura es mi más temida pesadilla, ¿cómo sería? No quiero ni imaginarlo, sólo piensen, cuando expresamos nuestra locura es cuando mostramos quien y como somos realmente, y no sé ustedes, pero yo me considero un ser muy valioso como para perderme, he ahí otra cualidad que la gente detesta pero es también necesaria, la vanidad, si nosotros no creemos que somos los mejores, ¿entonces quién? Debemos explotar nuestras cualidades dejando salir nuestra locura al máximo, solo así llegaremos algún día a la plenitud espiritual.
Así que acompáñeme, señor lector, venga a conocerme como realmente soy, ¡conozca mi mundo! ¡Vea lo realmente pleno que soy! Y lo invito, a que después de quedar maravillado de locuras que jamás podría imaginar, se vuelva loco conmigo.
Si no quiere usted cultivar su locura, le recomiendo dejar de leer, lo que viene a continuación no será de su agrado. 
No todo está dañado

Empezaba una mañana de las miles iguales, despertarme y ponerle “play” a la rutina, entrar a la ducha, vestirme, tomar desayuno, partir el trabajo. Las únicas cosas distintas esa mañana eran mi corbata y el hecho de que había salido más temprano de lo común al trabajo.
Habiendo ya llegado a la oficina, me di cuenta que faltaba más de una hora para tener que entrar al trabajo ¿Qué hacer? Cualquier cosa para no ir a trabajar. Caminé a un pequeño café cruzando la calle de mi oficina. Cuando llegue estaba vacío, no me importó, se veía bastante elegante. Caminé a una pequeña mesa en la esquina más obscura y alejada.
Aun estando lejos de la ventana, podía apreciar el hermoso día que acogía el centro de Santiago. Pero a diferencia de la mayoría de los días, no tenía ganas de vivirlo, me sentía deprimido, tenía 40 años y trabajaba 70 horas a la semana, no estaba casado ni tenía amigos, si moría, nadie se daría cuenta, más que el barrendero que botaría mi cuerpo.
Pedí un café, y mientras lo esperaba, una morena preciosa se sentó en la mesa justo al frente de la mía, se veía que había llorado, pero aun así se veía deslumbrante. Cuando después de varios minutos de darme ánimos para ir a hablarle, me paré, y en ese instante apareció un sujeto, le da un abrazo, se toman de la mano y se van juntos. ”Perra suerte” pensé, y en esos momentos llegó mi café.
Quedé absorto mirando el contenido de la ancha pero poco profunda taza. Toda mi mañana se vio aún más amargada de lo que ya estaba, este realmente no era mi día, no tenía ganas de trabajar, la única razón por la cual no me pegaba un balazo era para ahorrarle al dueño del local tener que limpiar mi sangre.
Al cabo de unos minutos de plena observación de mi café, mire afuera, y me di cuenta que el día hermoso había cambiado a un día gris con una torrencial lluvia. ¿Qué hora era? ¿Y mi reloj? ¿Y mi billetera? ¡Me habían robado! Mire para afuera y vi a un hombre correr con lo que parecía ser mi billetera en las manos. En la escena de este extraño día, figuraba yo, un gordito bajo de 40 años, persiguiendo a un gorila de dos metros por la plena alameda. Finalmente llegamos a un callejón, donde lo estaban esperando tres personas más, cada una más grande que la anterior. Una se acercó lentamente a mi oído y me dice: ¿Se encuentra bien? ¿Necesita ayuda? Pregunto la siguiente, ¡Entre, lo estábamos esperando! Seguro debe estar muy confundido, tenga un café y le explicaremos todo. Preferí no contradecirle y tome un gran sorbo del café con los ojos cerrado, y cuando abrí los ojos, estaba en la cafetería, afuera había un sol radiante y la morena estaba yéndose con su novio.

Al menos mi imaginación no está dañada, pensó, y volvió a poner “play”

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bienvenida

12 de Diciembre en el Colegio Tabancura Hace calor y el año ya casi termina. El timbre resuena estridente por cada pasillo del colegio y treinta y seis alumnos entran en tropel para rendir el examen mas temido del año: física específica. Los treinta y seis transpiran helado y están muy nerviosos, piensan en lo poco o mucho que estudiaron, en como están a punto de empezar las vacaciones, o de como, por culpa de este examen, no entrarán a la universidad. Siguen caminando hacia la sala, pero, en un instante, dejan de ser treinta y seis y pasan a ser treinta y cinco... Uno de ellos ha escapado despavorido, sabe que le irá pésimo y decide que no vale la pena entrar a la sala... En un momento de distracción general, el alumno, nuestro alumno, corrió desesperadamente a las salas de entrevistas. Cuenta la leyenda que este alumno, cuyo nombre prefiero no revelar, entró en las salas y producto de un largo año de estrés escolar, cayó rendido en uno de los sillones. Nadie recuerda que sucedió...

Final

Por lo menos, quedé tranquilo. Había hecho todo lo que estaba al alcance de mi mano pero igual no se logró lo que quería, lo que queríamos. Me tendré que adecuar al nuevo presente o simplemente tomar el primer vuelo al otro rincón del mundo, esa idea me sedujo más... Agustin Eguiguren

Mi vida.

                                                                                                                               Mi vida. En su reflejo Encuentro mi fuerza Y calmó mi sed Soy un grano de arena Que por la tierra Vive y muere Porque de aquí soy Y nunca me largaré